jueves, 22 de febrero de 2007

Por qué y para qué...

La reflexión de hoy intenta conciliar dos ideas que han llegado hasta mí y que me parecen altamente interesantes: una sicoanalítica y la otra etológica, es decir, referente al comportamiento animal. Se trata, para mí, de dos pequeños tesoros que me han enseñado muchas cosas, y que me han tranquilizado por un período de tiempo más o menos largo. Ya abandoné la idea de encontrar una Biblia de las cosas. Ahora sé que el parámetro tiempo forma parte de todo este juego, y que se trata de encontrar las palabras justas en el momento justo que sirvan para inspirarnos, eso sí, durante una temporada…

La idea escrita puede parecer una banalidad, pero no lo es. La propuesta consiste en sustituír la mayoría de los por qués que nos hacemos al cabo del día, por para qués, es decir, cuál es la ventaja, provecho o utilidad que se desprende de la nueva situación provocada por el hecho, y siempre con la mirada puesta en alguna característica de la naturaleza, en este caso, humana.
Se trata de un pequeño cambio que resulta mentalmente estimulante; como una especie de masaje al que hay que recurrir períodicamente si queremos aprovecharnos de sus efectos benéficos. La fórmula ¿por qué? suele dar unos resultados de respuesta muy pobres y sin posibilidad de ampliación: ¿por qué te apetece irte a la gran ciudad a vivir? Porque sí. Porque esto es un aburrimiento y no hay trabajo ni nada… ¿Para qué quieres irte a vivir a una gran ciudad? Para tener más oportunidades (somos seres “oportunistas”). Para tener mis cosas (deseo de confort y territorialidad). Para tener libertad, que aquí todo el mundo te conoce y sabe lo que haces en cada momento (necesidad de aceptación sin menoscabo de intereses personales). Para hacer las cosas que me gustan (pertenencia a un grupo con el que compartir y sentirse seguro, fuerte y cómodo). Para promocionarme socialmente (anhelo de pertenencia al grupo social más elevado posible). Para probar fortuna (desde la llegada de los mass media se puede llegar a lo más alto del status social un poco “por la cara” y a partir de ahí ser reconocido, respetado, servido…)
Hasta ahora solo hemos hablado de las bondades de la gran ciudad y de lo que, a simple vista, pueden ser características “políticamente correctas” del ser humano. Pero la herramienta del “para qué” nos debe servir también para las dificultades, lo desagradable y lo más oscuro que también se encuentra en nuestra naturaleza como puede ser lo cazadores y lo gregarios que somos (desde el punto de vista del cazado), la violencia, lo extremadamente territoriales que somos, también podemos llegar a ser muy susceptibles y miedosos (lo cual puede degenerar en violencia); aprovechamos el anonimato para no empatizar y tratar al prójimo como miembros de una tribu rival (robos, destrozo de mobiliario urbano, deterioro de bienes públicos…). También está en nuestra naturaleza excluír al forastero precisamente para podernos sentir más seguros y cómodos. Compartimos felicidades con nuestro grupo pero también violencia para mostrar lealtad al amigo, clan familiar, tribal o nacional… Otra característica de nuestro comportamiento animal es la necesidad de mostrar el poder o la altura social (unas veces la ostentación se hace directamente y otras de una forma más elaborada y reprimida, pero son las dos caras de una misma moneda).
Para terminar, me gustaría señalar la tendencia universal del hombre a relacionar lo grande con el poder. Siempre que ha querido remarcar su supremacía sobre los demás se ha situado en alto o ha construído un edificio de dimensiones colosales, o las dos cosas…
Y ¿por qué he expuesto primero bondades, vicios y luego lo neutro? Porque me enseñaron en la escuela que hay que mostrar un cierto orden en la exposición de ideas. Pero ¿para qué te enseñaron ese orden? Para darte seguridad y confianza en este mundo en el que somos todas esas cosas: mezcladas y al mismo tiempo…

La vie en ville

Il est très facile de proposer des stratégies pour améliorer la vie en ville. Il s’agit de regarder toutes nos actions en les imaginant d’une façon plus propre, plus silencieuse, plus rapide, plus saine et plus stimulante. D’habitude, nous écoutons des conseils comme l’usage de systèmes d’énergie solaire dans les bâtiments, la transformation piétonne dans le centre ville, le rétrécissement des chaussées pour agrandir les trottoirs, récupérer les vieux bâtiments, etc…
Il me plaît de réfléchir sur la fonction du politicien. Il y a des transformations dans nos vies et dans nos villes, qui ont plus à voir avec les lois de la nature humaine ou de l’économie (aussi humaine) qu’avec des idées visionnaires d’un politicien. Pour moi, la politique doit être un mécanisme pour protéger les plus démunis ou, sinon, intervenir le moins possible. Je ne crois pas à la bonté (cela devient une idée juif chrétienne). Je ne trouve dans la scène politique actuelle que des professionnels de l’image avec le seul objectif d’arriver au pouvoir ou de s’y perpétuer.
Chaque fois qu’il y a quelque chose que je ne comprends pas, j’aime me questionner sur la base, sur notre nature, sur nos ambitions… D’une façon consciente ou inconsciente nos actions débouchent toujours sur quelque profit. La connaissance humaine progresse par essai/erreur. C’est pour cela que j’aime l’architecture populaire de Fez, de Venise, mais non pas celle de Brasilia. Dans ce cas, il existe un profit individuel à propos de la vanité de l’architecte sur les avantages de la collectivité qui ne reçoit pas un bon service de transport urbaine, il n’y a personne dans la rue, c’est une ville sans parcs, sans jardins, avec des distances kilométriques et avec des bâtiments très futuristes mais très peu fonctionnels… C’est vrai que, à la fin, l’homme s’y adapte et, soit il occupe ces bâtiments, soit il les utilise comme atout touristique. À mon avis, l’architecture a le devoir d’être au service de l’homme, et non pas le contraire. Un autre exemple d’échec urbanistique nous le trouvons dans le Parc Güell de Gaudí, à Barcelone. Il a été conçu pour y habiter mais on ne va jamais l’utiliser pour y vivre. Aujourd’hui, le parc est un point touristique incontournable, mais cela c’est une autre histoire…
Je demande aux politiciens de ne pas copier des modèles urbanistiques d’autres lieux pour la seule raison de l’esthétique ou la propagande électorale ; par contre, je leur propose d’avoir le courage de créer des lois qui empêchent que l’on fasse de la spéculation avec les terrains urbains aussi bien qu’avec le lait, ou le pain… et pratiquer des politiques vraiment sociales (pas de tirages au sort) en matière de logement. Il est davantage prioritaire pour la qualité de vie du peuple que les jeunes puissent s’émanciper avant les trente cinq ans en moyenne, plutôt que remplacer les pavés du centre-ville.
Ma réflexion pour améliorer la vie dans la ville, pointe sur la cible de ce qui reste à canaliser définitivement: le gaz butane et les ordures. Avoir besoin d’utiliser des camions pour distribuer de l’énergie dans de bouteilles et de ramasser les résidus et les transporter également, cela ne paraît pas une méthode très moderne.
Pour finir, il me plairait de citer un proverbe oriental concernant l’action pour l’avantage collectif et non pour satisfaire quelque vanité individuelle : « Dirigeant invisible, peuple heureux ».

viernes, 24 de noviembre de 2006

DIGNIDAD PROFESIONAL DEL PROFESORADO (I)

Me apetece reflexionar un poco sobre el concepto "dignidad profesional del profesorado". A qué nos referimos?... qué queremos reivindicar? no sé... Seguro que esto visto desde fuera suscita comentarios del tipo: "...se podrán quejar los profes, con lo bien que viven y las vacaciones que tienen...", pero vamos, esa postura esconde un desconocimiento de la tarea del docente así como un interés semioculto para que -sin tener que rascarse el bolsillo más- nos tengan y eduquen al nene (el orden no es casual) la mayor parte del tiempo para que podamos producir al máximo y podamos disfrutar del mayor número de cosas materiales posible, y produzcamos la mayor cantidad de basura que, al fin y al cabo, es la actividad humana más sobresaliente que se observaría en una cámara rápida desde el espacio.
Una vez centrada la macroestructura de todo este embrollo donde lo único que sabemos es que existe un descontento y un desasosiego sería bueno sacar la lupa y analizar el concepto dignidad e intentar entender el rol de los personajes.
Yo la dignidad de profesor la entiendo según las referencias que a través de la observación y el entendimiento he logrado cuajar en mi cabeza. A saber: en mis tiempos, el profesor representaba la autoridad del grupo de clase y también fuera del aula. Se le respetaba en primer lugar por ser una persona mayor y, además, por su formación y figura social. Aunque los maestros tenían que hacer "permanencias" a 100 pesetas por semana y se decían frases como "pasas más hambre que un maestro de escuela" , se les tenía respeto y agradecimiento, lo cuál era un sentimiento endorfínico para todos. Y por supuesto que he tenido maestros y profes con métodos reprobables, pero eso no tenía nada que ver con el respeto debido. Recuerdo cuando mi profesora de música tocaba el piano para nosotros ("ata la cinta amarilla a aquel viejo carro" o algo así, con mucho pedal y muy emborronado) ese era un día especial, y escuchábamos todos los críos con un silencio devoto. Hoy, cuando toco el piano para mis alumnos nadie me escucha, ellos siguen ignorándome y hablando entre ellos; usan mi música de fondo a sus conversaciones. De repente, un alumno me interrumpe y a voces me dice "oye, pon la de Melendi"... "pon la de..." , "pon la de"... ha dicho "pon la de..." ¿?¿?¿? Antes era todo muy claro, muy natural y muy fácil. El profe -más grande físicamente- vigilando las evoluciones de la manada, y los individuos vigilando el estado emocional del dirigente; si éste hacía algún gesto de desaprobación o enfado era mejor cambiar de actitud, y ese adiestramiento en la lectura facial del otro ha sido de inestimable valor para la vida. Mis últimas referencias de maestro han sido en el entorno del Conservatorio Superior. He recibido clases de compositores famosos, de concertistas y de escritores de libros que tenían a bien compartir su sapiencia con quienes teníamos la suerte de ser sus alumnos. Recuerdo un revuelo de conserjes preparándolo todo porque el maestro Oltra asomaba por la esquina o, por ejemplo, esperar al catedrático de acordeón en el banco del pasillo durante tres horas y mostrarme agradecido cuando llegó... Todas estas vivencias, entre otras, hacen que yo tenga en la cabeza una determinada idea de lo que representa un profesor aquí y no hace tantos años...
Aterricemos. ¿Qué cosas de la situación actual me parecen indignas de profesor? ¿Qué cosas son las que me hacen sentir mal porque no las he podido digerir ? Hoy puse un exámen a 3ºH y me los llevé al comedor porque en el aula de informática me di cuenta que se copiarían todos por estar codo con codo. El comedor es el sitio habitual para tales eventos. Al llegar, lo estaban fregando las señoras de la limpieza. Hemos ocupado las mesas que ya estaban prácticamente secas. Bien. Pues ha llegado la señora de la limpieza más mayor y me ha dicho de todo menos bonito, en un tono desafiante y en presencia de los alumnos: que era una desconsideración hacia su trabajo, que lo tenía que haber previsto, que lo tenía que haber informado con antelación, etc... hasta que ha llegado otra limpiadora que me ha auxiliado por pura pena, esgrimiendo que lo principal son los chicos y que ellas podrían limpiar en otro momento... Y es que siempre se ha dicho: la mejor defensa siempre es un ataque. Cualquiera es el guapo que le dice a la señora que limpie en otro momento, que resulta molesto molestar, pisar lo mojado y oler a lejía, sobre todo porque a alguien se le podría ocurrir proponer que se limpie cuando no haya actividad docente (que es lo más racional), es decir por la tarde, lo cual creo que no les apetecería lo más mínimo. Cualquiera es el guapo que les dice que no se dejen las sillas de pala del aula de música manga por hombro. Cualquiera es el guapo que habla del polvo, o de la suciedad que tienen las teclas del piano, o de la de veces que se ha retrasado la clase porque le han dado un mochazo a los cables del ordenador y han soltado y mojado la clavija de la tarjeta de sonido.... Lo que decíamos: la mejor defensa, un ataque... y lo más fascinante es que es inconsciente. La señora te enseña los dientes porque le ha dado un subidón de adrenalina y porque la consideración social del profesor es igual a conjunto vacío. Si para ella la dignidad de profesor hubiese sido algo más significativo, seguramente hubiese reprimido su impulso que al fin y al cabo es lo que diferencia a la gente educada de la que no lo está.
Bueno, por hoy es suficiente terapia. Otro día escribiré otro post para verbalizar esas cosas que afectan a la dignidad de profesor según mi criterio, claro... de esos "picotacicos en la cresta" que diría mi hermana Paquita que poco a poco y sin darnos cuenta nos ponen la comprensión y la adaptación al medio cada vez más difícil. Hablaremos de esos correos electrónicos con órdenes tan porque sí, de esas actitudes de personajes como el almacenero o el administrador, del maravilloso mundo de la representación sindical de los trabajadores y las trabajadoras, de la administración siempre amiga, de los padres... en fin, de todos los que contribuimos a forjar ese concepto que hemos dado en llamar dignidad de profesor.